El Presidente jugó fuerte pero se olvidó que la banca tiene todas las de ganar

Cuando analizamos el resultado del 30A en búsqueda de perdedores, pareciera que todo se limita a la dupla que terminó segunda y desconcertada. Pero en el circo romano que se da en nuestra arena política, hubo más víctimas que quedaron a merced de los leones.

Mario Abdo eligió, apostó y perdió. Jugó fuerte y perdió mucho. Primero fue contra su némesis, Horacio Cartes, en un diciembre que lo vio cómodo perdedor. Como un empedernido apostador decidió subir la apuesta por quien consideró el rival directo de Santiago Peña. En la ruleta política, el actual Presidente jugó a favor de Efraín Alegre pero el croupier cantó  colorado y dejó a Marito nuevamente con las manos vacías.

Consumada la demoledora derrota y en la soledad de Palacio, ¿habrá analizado su accionar el Presidente con el nivel de aprobación de gestión más bajo de Latinoamérica? ¿Fue correcta la elección de Alegre, otro inveterado apostador acostumbrado a retirarse del casino con los bolsillos vacíos? ¿Tuvo razón en preferir mandar a la llanura al partido que lo llevó a Gobierno, ese que le permitió incrementar exponencialmente la deuda externa y manejar fondos en forma discrecional? ¿No hubiera sido mejor apuntalar a Payo Cubas, otro colorado, o interceder para que éste aceptara sumarse a la bolsa de gatos que terminó siendo La Concertación?

La extraña apuesta tiene su explicación. Por empezar, Cubas no pareció ser un competidor de fuste al inicio de la campaña. Y sumado a esto, Abdo sabía que de darse el batacazo, nada le aseguraba una convivencia pacífica con el pelado de carácter volátil.

Alegre, sin embargo, podía darle la seguridad de no mirar mucho las cuentas al asumir y la tranquilidad de saber que no iba a desfilar por tribunales judiciales durante los siguientes años. Eso, y la segura persecución de Horacio Cartes, lo convencieron de apoyar al ex polémico ministro de Lugo. Traición al partido a cambio de impunidad personal fue la jugada.

Mario Abdo entró al casino de la política en 2018 rodeado de amigos y se ira en soledad dentro de unos pocos meses. Su esfuerzo por poner un Fiscal propio para el próximo quinquenio fue lo único acertado en estos últimos tiempos. Ahora deberá esperar que este mire para otro lado y no cumpla con su rol. Porque si lo hace y pone la Gestión Abdo bajo la lupa, el futuro ex Presidente descubrirá que hay apuestas en las que hay más para perder que para ganar.