Mientras el ministro del Interior, Arnaldo Giuzzio, seguía con su “guerra convencional”, advirtiendo a través de un medio colega que “no toda la carta está aún en el asador”, el Ministerio de Hacienda ponía “toda la carne sobre la mesa” anunciando la colocación de bonos del Tesoro por 196.460 millones de guaraníes (aproxi­madamente 28 millones de dólares) a través de la Bolsa de Valores de Asun­ción (BVPASA).

Una operación corriente en los últimos años, pero esta con el contraste de que el encargado de la seguridad ciudadana había voci­ferado ante la Comisión Permanente del Congreso que “esta no es una Bolsa de Valores, sino una bolsa de delincuentes”. Estaba haciendo el papel de peón en el juego de las inter­nas del Partido Colorado atacando directamente al principal adversario político que tiene el movimiento oficialista.

Acusó al líder de Honor Colorado de “bastardear todas las instituciones” y “utilizar (a su favor) el sistema financiero”. Sin embargo, unos días después, el gobierno del que Giuzzio forma parte comunicó lo que ya se explica al principio: la Bolsa de Valores, había sido, es lícitamente apta para colocar bonos oficiales. En todo caso, la otra bolsa, la de gatos, estaba en otro sitio.