El arma del suboficial Arnaldo Báez, que fue disparada la noche del asesinato a Quintana, nunca había sido peritada. El procesado declaró que se la había dado a guardia del diputado Eusebio Alvarenga en la noche del crimen.

 En 2007, Baéz declaró ante la entonces fiscala Raquel Fernández, que fue Florentín quien mató a Quintana.

En su relato cuenta que la noche del 1 de abril luego de ingresar al local del Partido Liberal Auténtico (PLRA) quedó solo y fue rodeado y tomado por los adherentes en la entrada del estacionamiento. En ese momento decidió entregar su escopeta al ofi­cial Juan Garcete, custodio del diputado Eusebio Alva­renga, quien vestía un saco azul y a quien se le observa además pisar el casquillo que había caído precisa­mente del arma del men­cionado suboficial.

En los diversos videos se observa a Báez romper los vidrios de la perta del local del PLRA con su escopeta, y luego, ingresar junto a Gustavo Florentín – actual imputado – al local.

Tras ingresar, Báez redujo a varias personas y les ordenó cuerpo a tierra, y, posterior­mente fue hasta el estacio­namiento, donde se encontró con los hombres de Robos y Hurtos de Investigación de Delitos a cargo del comisa­rio Tomás Paredes Palma.

Cuando queda solo, es que los adherentes del PLRA, le sacan su casco y –según su declaración -, también de su pis­tola 9 mm y de su radio. Acá menciona el mismo Báez que entregó su escopeta al oficial Juan Garcete, a quien se le observa que lo pone al fondo de su saco, empuñando el arma, quedando de manera vertical y va hacía la otra vereda y se dirige hacia la calle Teniente Fariña, para luego desaparecer de escena.

JUAN GARCETE:

Es otro de los protagonistas fundamentales de las imágenes que se conocieron hace algunas semanas del circuito cerrado del interior del PLRA. Se lo puede ver a Garcete pisar el cartucho despedido de la escopeta de Báez, segundos después de caer Quintana.

A pesar de estas pruebas, el custodio de Alvarenga nunca fue investigado por dichas actuaciones.

Tras conocerse estas nuevas imágenes que fueron guardadas durante años bajo la llave del PLRA, la investigación por la muerte del joven dirigente radical de Paraguarí, empieza a cambiar su rumbo,

El escrito fiscal de ese momento (2017) indica que Báez fue llevado en carácter de aprehendido por los agentes de Investigación de Delitos, a cargo del comisario gene­ral Abel Cañete.

Pero, esta escopeta que fue utilizada primero por el suboficial, luego pasó por las manos de Garcete y luego  – sin saber quién más la manipuló – nunca fue peritada.

DECLARACIÓN. Arnaldo Báez admitió ante la Fiscalía que entregó su escopeta al custodio del diputado Eusebio Alvarenga.

SOSPECHAS:

El altercado de  Báez con los adherentes fue alrede­dor de las 00:35, momento en que habría entregado su arma. Sin embargo, a las 00:44 apa­reció en la guardia de la Comandancia de la Policía Nacional, donde quedó por un minuto, que le dio tiempo de saludar a sus camaradas y tomar un sorbo de tereré y nuevamente regresar hasta la sede del PLRA, donde quedó “detenido” en la ofi­cina de Efraín Alegre.

En este lugar el suboficial se sacó su cinta reflectiva, su chaleco antibala, y hasta de su camisa. Uno de los adherentes del par­tido le llevó agua.

Al sacarse su uni­forme, Báez sacó de su bolsillo una caja de color blanco, lo que sería cartucho de escopeta. Lo puso en uno de los escritorios y –como se observa en las imágenes-e le entregó un objeto a otro adherente, que luego inmediatamente salió del lugar. El “demorado” poli­cía tuvo inclusive permiso para ir al baño dos veces.

Recién cuando llegó la fiscala interviniente, Raquel Fer­nández, el suboficial fue “libe­rado” por el comisario Sergio Insfrán.

Pero este movimiento extraño nunca fue investigado por el Ministerio Público.

Además, en el mismo informe fis­cal en que fue escrito que Báez entregó su arma al oficial Juan Garcete, tam­bién se describe la presen­cia del personal de Crimi­nalística y de Acústica para llevar el disco duro del cir­cuito cerrado, que también fue alterado en su momento como el levantamiento de las evidencias, que ya ante­riormente fueron plantadas por los liberales.

Y, extrañamente, en el escrito del levantamiento del cir­cuito cerrado se pone de manifiesto que las cáma­ras 1 y 2 estaban inactivas.